Potencia tus dones y olvídate de tus debilidades

8 de marzo de 2018 6 mins to read
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Quiero contarte la historia del mejor jugador de la NBA del momento: Stephen Curry. Es una historia con una moraleja: potencia tus dones. Curry no es ni muy alto ni muy fuerte, tampoco el mejor de su generación. Pero, es el que, sin duda, mejor ha sabido aprovechar sus fortalezas, hasta el punto de haber cambiado la forma en que se juega al baloncesto. Ahora, todos le copian y quieren ser como Curry.

Con cara de niño, Curry se enfocó desde 2015 en lo que mejor sabía hacer: driblar a sus rivales. Aunque, sobre todo, en ser el más rápido en lanzar a canasta y con mejor porcentaje de acierto. Pasó de encestar 260 triples por temporada a más de 400. Ese año su equipo ganó la liga y él fue elegido como el jugador más valioso del campeonato.

El arte de potenciar tus dones

Mientras sus compañeros preferían lanzar cerca del aro, a ser posible con un mate, Curry se paraba en los contragolpes en la línea de tres puntos y lanzaba desde allí. Cuando logra despistar a sus defensores unas décimas de segundo con uno de sus juegos malabares, arma el brazo y anota un triple. Es el que más triples tira por partido.

El baloncesto es el deporte de los hombres altos pero lo ha revolucionado un bajito. Curry se juntó con otros compañeros capaces de lanzar desde cualquier sitio, preferentemente más allá de los 6,25. Cosían a sus rivales a triples. Su estilo contravino los principios del baloncesto. Ahora, son los más altos, los pivots, los que se van al perímetro a tirar de tres. Todos quieren ser Curry.

Ahora, lo que se lleva en la NBA es lo que se llama el small ball, o jugar con muchos bajitos. Ya no importa tanto tener jugadores altos que la metan bajo canasta, como buenos tiradores de larga distancia. El estilo Stephen Curry se ha impuesto al resto de franquicias. Es la última revolución del deporte de la canasta.

La lección del ‘potencia tus dones’

¿Qué nos enseña esta historia? Que la mejor forma de diferenciarte es desde tus fortalezas.

Lo malo es que siempre hemos hecho lo contrario. De pequeño, mis padres me pagaban clases particulares en aquellas asignaturas que suspendía y no en las que sacaba mejores notas. Durante años, no entendí por qué muchos periodistas se apuntan a clases de escritura. Creo que le pasa a mucha gente. Es una equivocación ampliamente extendida. Ahora sí lo entiendo: estaban puliendo el diamante que tenían dentro.

El cambio de una era industrial a otra del conocimiento, en la que se elige lo que sobresale de un mercado plagado de fotocopias, y eso sólo pasa cuando aportas mucho valor diferencial sobre el resto, obliga a centrarte en tus fortalezas.

Así que, aprende la lección de Stephen Curry y potencia tus dones. La mejor manera de tener éxito es concentrarte en aquello que sabes hacer muy bien. Olvídate del resto, de tus debilidades. Cuando eres lo que eres, el resto de lo agradecerán.

Pregúntate ¿cuáles son tus dones? ¿qué sabes hacer mejor que nadie? No busques más. Ya sabes donde te tienes que enfocar.

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